Asumir al enemigo desde la dignidad y los derechos humanos
La pedagogía del trompón y el fuete enseña que “el enemigo” solo puede ser alguien al que se quiere y se debe aniquilar. El miedo de ser declarado alguna vez “el enemigo”, hace que pensemos en volvernos invisibles o, por lo menos, imperceptibles para todos los demás.
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